Uno de los parámetros que mide la salud multidimensional de una sociedad, es la llamada “Distancia al poder”, la cual mide el grado en el que los miembros de una sociedad aceptan la distribución del poder en una organización o en la sociedad en su conjunto, reflejando el grado de cercanía, separación o legitimidad que existe entre los diferentes niveles de la jerarquía social.
Una sociedad con poca Distancia al Poder, se caracterizará por (1):
- Jerarquías de conveniencia objetiva y alta accesibilidad, fundamental para que la gestión sea llevada a cabo por personas verdaderamente cualificadas en los distintos ámbitos funcionales y poder conocer los asuntos y preocupaciones de los estratos sociales de una organización.
- Derechos equitativos
- Baja burocratización del sistema, donde los cambios suceden a través de la evolución natural, para que el sistema funcione con fluidez.
- Donde la inequidad es minimizada y los niños son tratados como iguales.
Bajo un sistema social altamente salubre, aparece de forma complementaria a la burocratización del sistema, la adhocracia como parte de las «estructuras orgánicas», es decir, apoyadas en procesos no estandarizados, más flexibles y orientadas a una adaptación interpersonal y a una comunicación elevada entre las personas, lo que genera un mayor número de relaciones informales, así como la democratización y agilización del sistema (2).
En este último apartado es donde entrarían los clubes, y equipadores locales, que durante todos estos años, se han esmerado por el mantenimiento de nuestras zonas de escalada, así como el engrase del entramado social federativo. Es menester no prescindir de ellos, ante la tecnificación y mercantilización de la escalada y la montaña. Una federación deportiva se debe a sus federados y a la composición de sus clubes, dejando la mercantilización para el ámbito privado.
(1): Dimensiones culturales de Geert Hofstede